Momentos de momentos

Ambos salieron con mucho ánimo, debían cumplir con algunas responsabilidades propias, pero decidieron que podían disfrutar de la compañía uno del otro y pues así lo hicieron.
La mañana se tornaba fresca, había poca luz y durante el camino, las gotas de la lluvia los guiaban hacia un lugar común, con muchas personas conocidas, hablaron, conversaron con todos, rieron con todos, pero durante la visita, se cruzaban las miradas con cierta picardía. Él, reposaba sobre un pilar de concreto, sólo observaba como ella se desplazaba de un lugar a otro, simplemente cumpliendo con las responsabilidades.

Al finalizar la mañana, el le regaló un paisaje hermoso, lleno de muchos colores sobre todo el verde de la naturaleza y la claridad del agua, el olor de la madera vieja era inevitable, impregnaba el lugar, pero era un olor que al unirse a la frescura de la mañana y a la magia de ese momento, solo se convertía en parte de la experiencia, esos momentos en los cuales lo único importante es saber que puedes y tienes derecho a vivirlos.

Ella le habló sobre lo hermoso del lugar y de su placer de estar allí, el le contestó que se trataba de un bonito regalo, pues así ella lo merecía.
Permanecieron un rato con compañía, pero al cabo de unas horas, la lluvia se convirtió en música, para que ambos pudieran disfrutar de la soledad, la compañía y para que su piel se hiciera una sola.
Las horas pasaron, pasaron, ninguno de los dos quería despedirse, pero existían otros compromisos que cumplir y por los que no podían seguir dejándose llevar por la atracción, sin embargo, el momento se repitió casi 24 horas después…la misma magia, la misma lluvia, la misma piel y el mismo placer…
En definitiva es cuestión de madurez, claridad y placer…